miércoles, 3 de junio de 2009

DAR Y RECIBIR II


HOLA A TODOS ¿COMO VA LA VIDA? NO PENSE HACER OTRA ENTRADA TAN PRONTO PERO LOS LIBROS LLEGAN A MI INESPERADAMENTE COMO LAS PALABRAS Y ESTE TEXTO ME LLEGO HOY Y AL CORAZON.
POR ESO QUERIA COMPARTIRLO CON USTEDES...



No es nuestra tarea arreglar el mundo entero de una vez, sino encargarnos de corregir esa parte del mundo que está a nuestro alcance. Cualquier cosa, por pequeña que sea, que un alma pueda hacer por ayudar a otra, por socorrer a una parte de este mundo sufriente, será de inmensa ayuda. No se nos ha concedido saber qué ó quiénes harán que la masa crítica se incline hacia un bien duradero.
Lo que hace falta para este cambio drástico es una acumulación de actos, que sumen, que se sumen a otros y que continué sumando. Sabemos que para traer justicia y paz no son necesarios todos los seres de la tierra, sino un grupo pequeño pero decidido capaz de soportar la primera tempestad, la segunda, la centésima. Una de las cosas más poderosas y tranquilizadoras que podemos hacer para intervenir en un mundo tormentoso es ponernos de pie y mostrar nuestra alma. Un alma en la cubierta brilla como el oro en tiempos difíciles. Su luz echa chispas, puede enviar señales, y hacer que las materias adecuadas se enciendan.

Mostrar la luz del alma en tiempos tenebrosos como estos, ser feroces y a la vez capaces de mostrar compasión hacia otros, son actos de inmenso valor y de mayor necesidad. Las almas que luchan por despertar, toman luz de otras que están completamente despiertas y dispuestas a dejarse ver. Si quisieras ayudar a serenar el tumulto, sería sin duda, una de las cosas más poderosas que podrías hacer.

Siempre habrá momentos en los que te sientas descorazonado. Yo también he sentido desesperanza muchas veces en mi vida, pero no le guardo un sitio; no voy a hacerle el juego. No tiene permiso para comer de mi plato. Y la razón es esta: en lo más profundo de mí ser se algo que ustedes también saben. Saben que no puede haber desesperanza cuando recordas por qué estas en la Tierra, a quién servís, quién te ha enviado. Nuestras buenas palabras y nuestras buenas acciones, no son realmente nuestras: son las palabras y acciones de Quien nos trajo aquí.

En ese espíritu, espero que escribas esto donde puedas verlo bien: Cuando un gran barco está en puerto y anclado, está seguro. No hay duda. Pero no se construyen grandes barcos para tenerlos anclados.
Clarissa Pinkola Estés (Autora del libro Mujeres que corren con los lobos)
VOLVE A LEER "DAR Y RECIBIR CON AMOR"
Espero que les haya gustado tanto como a mi, es el resumen de lo que quiero decir y de lo que pienso.
BESOS DESDE EL ALMA
HASTA LA PROXIMA ENTRADA

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